pero despierta a la nueve y cuarto.
Se prepara un abundante desayuno
digno de yankee consumista.
A las diez y veinte se pone a llorar un rato,
hora,
hora y media le dedica diariamente,
a veces más.
Doce y media se dispone a cocinar
y como hoy es invierno en Parque Chas
qué mejor que beber una rica sopa de tristezas
con un caldo con sabor a amarguras
La tarde pintó en el cielo
unas babasónicas nubes,
ideales para tomar el colectivo,
pasear por el centro
ya que allá hoy tocó primavera,
y no tiene ganas de usar poleras.
Enciende un armado de tabaco.
Sus pies están sobre Plaza de Mayo
su cabeza, vaya a saber dónde.
Camina por Florida hasta llegar al Bajo,
se encuentra con la estación Leandro N Alem del línea B
y de ahí, por debajo de la tierra derechito a Los Incas sin dudarlo.
Regresa a su minimalista casa.
Almuerza como dice el dicho
y toma un rápido baño.
Deja tirado sobre su cama
el nombre que le pusieron sus padres,
se calza el que mejor le queda
y vuelve a la calle
pero esta vez
a trabajar.
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