Tengo en el desván
apilados, inexorables, furtivos
recortes viejos,
también
pequeñas cajas repletas,
expresiones desarticuladas,
emociones retorcidas,
ya vanamente idílicas
anteanoche las abrí.
como felinos famélicos
se abalanzaron.
contenían el temblequeo de mis falanges,
amasijaban sin pudor mis tetillas
buceando fugazmente por las hendijas de estos labios ensangrentados,
curtidos
maniatándose,
tímidos
ante la primer prueba afectiva
(si tu solita te has dado por muerta en mí
no hay puentes elevadores,
ni autopistas,
ni autobuses
que te concilien con el perdón otra vez.)
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